sábado, 15 de junio de 2019

¿La felicidad depende de la virtud? Luciano de Samosata tiene algo que decir al respecto

¿La felicidad depende de la virtud? Luciano de Samosata tiene algo que decir al respecto.


“Qué significa en ti, Cynico, esa tan grande barba que te crías, tanto cabello que traes? Véote desnudo ni camisa, desnudo y pobre; elección de vida inhumana y vagabunda, muestra de bestial pereza, y ajeno del ordinario trato humano, maltratar tu cuerpo ásperamente, siempre con inquietud, sin lugar determinado al descanso; el suelo te sirve de reposo, y de cama aquella negra capa de este oficio impropio, llena de mil inmundicias, sin bastarla el estar rota, el ser de paño grosera, y cubierta vil de la mayor pobreza, para que te reserve de mil asquerosidades que saca de tantos y tan diversos ministerios como sirve”. (Luciano de Samósata, El Cynico).



Este diálogo con tendencia filosófico-moral fue escrito en griego con suma elegancia y belleza por el siríaco Luciano de Samósata. La filosofía cínica se desarrolló entre los siglos II y III d.c. y según algunos autores fue “seguramente la escuela más popular de todas las que produjo la filosofía griega y perduró durante los siglos siguientes”. (Yagüe, 1976).


La palabra cínico en griego significa perro ágil y aún se duda si la doctrina se llamó así por ser el nombre de la plaza y del gimnasio donde Antístenes (fundador de la escuela) explicaba su doctrina, o por la manera de vivir y actuar de los cínicos, pobres y sin techo, vagabundos con lenguaje mordaz y tajante.
Más que una doctrina era considerada un estilo de vida, que consistía en la búsqueda de la libertad frente todo aquello que esclaviza al hombre, el logro de la autosuficiencia y la ausencia de necesidades. Vivían de una manera muy sencilla, tomaban agua, comían lo que encontraban, dormían donde les cayera la noche, en el suelo, no consentían ningún apetito corporal. Tenía un sentido practicista de la vida y sus predicadores buscaban la conversión de las multitudes que asistían a escucharles.

En el diálogo El Cynico, Luciano desprecia a Cynico por su apariencia física, la apariencia característica de los filósofos pertenecientes a esta tendencia: estos iban desnudos, sin calzado, con un manto raído, harapiento, una mochila y un bastón de nudos, cabello y barba larga, aspecto andrajoso. Considera el autor en esta obra que el miserable aspecto de su interlocutor corresponde a una “muestra de bestial pereza”. Así mismo, desprecia que Cynico no consienta a su cuerpo, que desde su punto de vista incluso lo maltrate, pues no le proporciona ni siquiera un lugar cómodo en el cual dormir.

Cynico le pregunta a Luciano: ¿Por qué razón viéndome vivir a mí más modestamente que en general los demás hombres, reprehendes con tanta aspereza mi modestia sola y no la superfluidad de tantos? A lo que Luciano le responde: “Tu vida (si propiamente puede hablarse) es más que honesta y virtuosa, mendiga y pobre (…) las reglas con que vives, tan sin regla, que es bestial ese modo a quien tú injustamente llamas orden, y bruteza grandísima la que quieres que parezca humildad y desprecio”.

Desde los ojos del siglo XXI, un cínico no sería muy diferente del enajenado que vemos caminando por la autopista, con pies descalzos, cubierto de harapos, con un saco repleto de cosas malolientes, diciendo cualquier sarta de barbaridades. Pero es justamente en el discurso en los que está fundamentada la forma de vivir del cínico. Un discurso que se asemeja más a las filosofías orientales del budismo, completamente incomprensible para un mundo occidental basado en la búsqueda de la felicidad a través del consumo y del placer corporal.

La doctrina cínica establece que la felicidad depende de la virtud, que consiste en la ausencia de necesidades. Algunos autores llaman a esta ausencia de necesidades desapego con lo que la doctrina cínica se asemejaría a filosofías orientales tan antiguas como el hinduismo y el budismo. En este sentido, los cínicos buscan convertirse en ascetas, entendidos éstos como personas que buscan purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales o de la abstinencia. ¿Estás dispuesto a hacer el sacrificio?



Referencias:
  • Luciano de Samósata. (1976)  Diálogos con tendencia cínica. Edición preparada por Francisco García Yagüe. Madrid. Editora Nacional.
  •  Los cínicos (Marzo 2017). Recuperado de: http://www.cinicos.com/cinismo.htm



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